martes, 18 de octubre de 2011

El sinsentido de la cruzada de la Liga contra las radios


El conflicto continua. No hay acuerdo entre la Liga de Fútbol Profesional (LFP) y las emisoras de radio públicas y privadas. Parece como si la Liga se haya puesto como objetivo una ‘cruzada’ contra las radios y sus millones de oyentes, también amantes del fútbol. Y es que Astiazarán, su presidente, y sus secuaces, Roures y Tebas, se empeñan en ir contracorriente. Han sacado a relucir su afán recaudador ante la corriente de apoyo total a las radios. El ministro socialista José Blanco o el portavoz popular González Pons han mostrado su total disconformidad a la imposición del canon por transmitir partidos de la Liga; José Mourinho, técnico del Real Madrid, y Pep Guardiola, del Barça, coinciden en que el fútbol sin radio no es fútbol; y, así, miles y miles de apoyos. Y lo peor es que han mostrado un encabezonamiento fuera de lo común. No atienden a razones, y se saltan la constitución como les viene en gana, sin permitir incluso el “derecho a la información” ni la entrada a los campos de juego del personal de las emisoras de radio.
Pero su desvergüenza llegaba hace unos días cuando solicitaron oficialmente a los operadores que controlaran o impidieran, como publicó Marca, que las emisoras de radio hicieran uso de la señal de sus partidos para la retransmisión de los encuentros de la Liga y la Copa del Rey. Incluso aportaron domicilios desde donde las emisoras transmitían los partidos. La Liga argumentaba que la transmisión de los partidos por radio a través de la televisión “no puede hallar amparo en el ejercicio del derecho a la información”, y subrayaba que se trataba de una “violación de los derechos radiofónicos” para los partidos de Liga y Copa.
Y en su afán recaudador aparecen los descabellados horarios, con cada partido a una hora diferente, para no hacerlos coincidir. Obligan al aficionado a hacer un esfuerzo económico superior y a la realización de carruseles maratonianos. Y la emoción del fútbol decrece, porque no es lo mismo que dos o tres rivales jueguen sus encuentros a la misma hora y se vayan sucediendo las alternativas en los marcadores. Ese golpe de efecto que supone el cántico de un gol cortando la narración de otro partido y el mínimo, pero a su vez eterno, tiempo que transcurre hasta que se identifica al equipo autor del tanto se ha perdido. Es como si de un plumazo los dirigentes de la Liga pretendan fulminar la pasión y la emoción con la que se vive el fútbol a través de la radio por un puñado de euros.
No a la radio sin fútbol.  

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